El desollamiento humano entre los mexicas no solo fue una práctica brutal y sangrienta, sino también un acto cargado de simbolismo religioso y ritual profundo. Esta práctica, que puede parecer inhumana a los ojos modernos, tenía un significado y un propósito claro dentro de la cosmovisión mexica. Realizado como un acto litúrgico en honor a diversas deidades del panteón mexica, el desollamiento formaba parte integral de ceremonias asociadas a las veintenas del calendario náhuatl.
- Contexto Histórico y Geográfico del Desollamiento Humano en la Cultura Mexica
- El Simbolismo del Desollamiento en la Cultura Mexica
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Ceremonias y Festividades del Desollamiento Humano en la Cultura Mexica
- Tlacaxipehualiztli: La Renovación y la Fertilidad
- El Festival de Tóxcatl: Un Rito Central de los Mexicas
- Xócotl Huetzi: La Caída del Árbol y el Fin del Ciclo Anual
- Tecuhilhuitontli y Huey Tecuhílhuitl
- Ochpaniztli: La Preparación de la Tierra
- Tepeílhuitl: La Celebración de los Cerros
- El Desollamiento en Panquetzaliztli
- Izcalli: La Última Veintena y el Desollamiento Ritual
- Evidencia Arqueológica y Osteológica del Desollamiento Humano en la Cultura Mexica
- Impacto de la Conquista Española en las Prácticas de Desollamiento Mexica
Contexto Histórico y Geográfico del Desollamiento Humano en la Cultura Mexica
El desollamiento humano, una práctica ritual que puede parecer inhumana a los ojos modernos, tenía un significado y un propósito claro dentro de la cosmovisión mexica. Este acto, profundamente arraigado en la historia y geografía de Mesoamérica, fue realizado como un acto litúrgico en honor a diversas deidades del panteón mexica. Para entender su importancia, es esencial explorar el contexto histórico y geográfico en el que se desarrolló esta práctica.
Raíces Históricas en Mesoamérica
El desollamiento humano tiene sus raíces profundamente arraigadas en la historia de Mesoamérica, una región culturalmente rica que abarca desde el centro de México hasta el norte de Costa Rica. Esta práctica ritual se remonta al periodo Preclásico (2500 a.C. - 200 d.C.), mucho antes de la llegada de los mexicas a la prominencia. Ejemplos tempranos de desollamiento se han encontrado en sitios como San Lorenzo Tenochtitlan, donde los restos óseos humanos muestran marcas de corte características de esta práctica.
Durante el periodo Clásico (200-900 d.C.), la práctica del desollamiento se extendió y se diversificó a lo largo de Mesoamérica. En la región del centro de Veracruz, por ejemplo, se encontraron figurillas femeninas de cerámica que presentan una especie de máscara bucal de textura irregular, interpretada como una representación de la dermis exterior. Este tipo de evidencia sugiere que el desollamiento y el uso ritual de pieles humanas eran prácticas comunes y socialmente aceptadas en diversas culturas mesoamericanas.
Expansión Geográfica y Evidencia Arqueológica
A lo largo del periodo Posclásico (900-1521 d.C.), la práctica del desollamiento humano se mantuvo y se expandió a medida que las culturas mesoamericanas interactuaban y compartían conocimientos y rituales. En sitios como El Zapotal y Las Higueras, se hallaron figuras de terracota y pinturas murales que muestran a individuos portando pieles humanas desolladas, indicando la importancia y la extensión de esta práctica en la región.
En El Zapotal, un sitio arqueológico ubicado en el norte de Veracruz, se encontraron figuras de terracota que claramente representan el desollamiento de mujeres. Estas figuras muestran pliegues irregulares en la piel a la altura de la muñeca y senos femeninos, indicando que las pieles desolladas eran utilizadas como vestimenta ritual. Asimismo, en Las Higueras, las pinturas murales representan a sacerdotes del dios Xipe Tótec, llevando en la mano izquierda el cetro chicahuaztli, otro símbolo de la práctica del desollamiento.
Contexto Mexica y la Influencia de Xipe Tótec
Los mexicas, también conocidos como aztecas, adoptaron y adaptaron muchas de estas prácticas rituales en su propia cultura. El desollamiento humano se convirtió en una parte integral de su sistema religioso y se asociaba estrechamente con el dios Xipe Tótec, "Nuestro Señor el Desollado". Durante la veintena de Tlacaxipehualiztli, los mexicas realizaban ceremonias en las que se desollaban a las víctimas y se usaban sus pieles como vestimenta ritual, simbolizando la renovación y la fertilidad.
La evidencia arqueológica en Tenochtitlan, la capital del Imperio Mexica, es particularmente reveladora. Los restos óseos humanos recuperados en el recinto sagrado de Tenochtitlan muestran marcas de corte características del desollamiento. A través del análisis tafonómico y la microscopía electrónica de barrido, los investigadores han podido identificar las técnicas y herramientas utilizadas en el proceso, confirmando la sofisticación y la precisión con la que los mexicas realizaban este ritual.
El desollamiento humano en la cultura mexica, y en Mesoamérica en general, era una práctica ritual profundamente simbólica con raíces históricas que se extienden a lo largo de milenios. Esta práctica, que involucraba el desollamiento y el uso ritual de pieles humanas, formaba parte de un sistema religioso complejo que buscaba mantener el equilibrio del universo, asegurar la fertilidad de la tierra y honrar a las deidades.
A través del estudio del contexto histórico y geográfico del desollamiento humano, podemos entender mejor cómo estas prácticas formaban parte de una tradición ritual compartida y adaptada por diversas culturas mesoamericanas. Esta comprensión no solo nos ofrece una visión más completa de la cultura mexica, sino que también nos ayuda a apreciar la profundidad y la riqueza de las creencias religiosas y los rituales de Mesoamérica.
El Simbolismo del Desollamiento en la Cultura Mexica
El desollamiento humano en la cultura mexica no era simplemente un acto de violencia; estaba cargado de significados simbólicos profundos que reflejaban la cosmovisión y las creencias religiosas de esta civilización. Para los mexicas, este acto representaba mucho más que la muerte de una víctima; era un ritual de renovación y regeneración con múltiples capas de significado.
Renovación y Regeneración
El simbolismo del desollamiento está estrechamente ligado al dios Xipe Tótec, conocido como "Nuestro Señor el Desollado". Xipe Tótec era una de las deidades principales del panteón mexica y su culto estaba asociado a la fertilidad, la renovación de la naturaleza y la regeneración. Durante la veintena de Tlacaxipehualiztli, un periodo del calendario náhuatl dedicado a Xipe Tótec, los mexicas realizaban rituales en los que desollaban a las víctimas y usaban sus pieles como vestimenta.
El acto de desollar a una persona era visto como un paralelo al cambio de piel de una serpiente. Así como la serpiente renueva su piel para seguir creciendo, los mexicas creían que al desollar a una víctima, estaban facilitando la renovación y el renacimiento de la naturaleza. Este ritual simbolizaba la regeneración de la tierra y la aseguración de la fertilidad de los campos, vital para la supervivencia y prosperidad de la sociedad mexica.
Vestimenta Ritual y Encarnación de Deidades
Las pieles desolladas no eran simplemente desechadas; se utilizaban como vestimenta ritual por sacerdotes y otros participantes en las ceremonias. Al usar estas pieles, los individuos no solo honraban a Xipe Tótec, sino que también se transformaban en una encarnación viva de la deidad. La piel humana, en este contexto, se convertía en un símbolo tangible de la unión entre lo divino y lo humano.
Vestir la piel desollada representaba el renacimiento y la resurrección. Se creía que Xipe Tótec tomaba vida a través del portador de la piel, quien adquiría la energía y el poder del dios. Este acto de portar la piel desollada aseguraba la continuidad del universo y mantenía el equilibrio entre la vida y la muerte, lo sagrado y lo mundano. Era una forma de conectar el mundo terrenal con el mundo espiritual, permitiendo a los participantes en el ritual convertirse en intermediarios entre los dioses y los humanos.
El desollamiento humano también tenía implicaciones cósmicas y sociales. En la cosmovisión mexica, el universo estaba en un estado constante de cambio y renovación, y los rituales de desollamiento eran una manera de participar activamente en ese proceso. Al realizar estos rituales, los mexicas creían que estaban contribuyendo al ciclo de muerte y renacimiento que sostenía el equilibrio del cosmos.
Además, estos rituales tenían una función social importante. Fortalecían la cohesión de la comunidad al permitir que todos los miembros participaran en actos que reafirmaban sus creencias y valores compartidos. Las ceremonias de desollamiento eran eventos públicos que involucraban a toda la sociedad, desde los líderes religiosos y políticos hasta los ciudadanos comunes, creando un sentido de unidad y propósito colectivo.
El desollamiento humano en la cultura mexica era un acto ritual profundamente simbólico, cargado de significados que iban más allá de la simple violencia. Representaba la renovación y regeneración de la naturaleza, la encarnación de deidades, y el mantenimiento del equilibrio cósmico y social. A través de este ritual, los mexicas expresaban su comprensión del mundo y su lugar en el universo, mostrando una visión compleja y rica de la vida, la muerte y la espiritualidad. Este simbolismo no solo revela la profundidad de sus creencias religiosas, sino también la sofisticación de su pensamiento ritual y su capacidad para encontrar significado en actos que, a primera vista, pueden parecer incomprensibles para la mentalidad moderna.
Ceremonias y Festividades del Desollamiento Humano en la Cultura Mexica
El desollamiento humano estaba profundamente integrado en varias festividades importantes del calendario náhuatl, cada una de las cuales tenía su propio significado y propósito dentro de la cosmovisión mexica. Entre las festividades más destacadas en las que se realizaba esta práctica se encuentran Tlacaxipehualiztli y Ochpaniztli. Estas ceremonias no solo implicaban el acto físico de desollar a las víctimas, sino que también estaban cargadas de simbolismo que reflejaba la conexión de los mexicas con la naturaleza y sus deidades.
Tlacaxipehualiztli: La Renovación y la Fertilidad
Tlacaxipehualiztli, también conocida como la "fiesta de los desollados", era una de las veintenas del calendario náhuatl dedicada al dios Xipe Tótec, "Nuestro Señor el Desollado". Esta festividad, que tenía lugar alrededor de marzo, estaba centrada en ritos que simbolizaban la renovación y la fertilidad de la tierra.
Durante Tlacaxipehualiztli, las víctimas, a menudo prisioneros de guerra, eran desolladas en honor a Xipe Tótec. Sus pieles eran cuidadosamente removidas y utilizadas por los sacerdotes y otros participantes en los rituales. Estos individuos, al vestir las pieles desolladas, simbolizaban la encarnación de Xipe Tótec, actuando como intermediarios entre el dios y el pueblo. La piel humana, en este contexto, representaba la renovación y la regeneración, similar al cambio de piel de una serpiente.
El uso de las pieles en los rituales de Tlacaxipehualiztli también simbolizaba la fertilidad. Al realizar estos actos, los mexicas creían que estaban asegurando la renovación de la naturaleza y la abundancia de las cosechas. Este acto de desollamiento y renovación estaba destinado a propiciar la fertilidad de la tierra y asegurar que los campos produjeran abundantes cosechas en la próxima temporada.
El Festival de Tóxcatl: Un Rito Central de los Mexicas
El festival de Tóxcatl, celebrado en mayo en el calendario mexica, era una ceremonia central dedicada a Tezcatlipoca y Huitzilopochtli. Este evento simbolizaba la renovación y el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento, y tenía como propósito la purificación y el fortalecimiento de la comunidad.
Preparativos del Tóxcatl
Los preparativos comenzaban meses antes con la selección de un joven prisionero de guerra o esclavo, consagrado a Tezcatlipoca. Este joven era tratado como un dios viviente durante un año, recibiendo un trato especial y aprendiendo habilidades nobles.
La Ceremonia
En el día del festival, el joven se vestía con los atavíos de Tezcatlipoca y recorría la ciudad tocando una flauta de arcilla. Al finalizar el recorrido, era sacrificado en el Templo Mayor, ofreciendo su corazón a los dioses. El sacrificio se acompañaba de danzas, cantos y ofrendas de alimentos compartidos en un banquete ceremonial.
Huitzilopochtli y las Danzas Ritualísticas
Los guerreros mexicas realizaban danzas y simulacros de combate en honor a Huitzilopochtli, representando la lucha del día contra la noche y la victoria del orden sobre el caos.
Importancia Cultural
El Tóxcatl reafirmaba la estructura jerárquica de la sociedad mexica y la importancia de los ritos y sacrificios para mantener el orden cósmico y la prosperidad de la ciudad.
Xócotl Huetzi: La Caída del Árbol y el Fin del Ciclo Anual
El festival de Xócotl Huetzi, también conocido como "La Caída del Fruto" o "La Caída del Árbol," era una importante celebración en el calendario mexica que marcaba el final de la temporada de lluvias y el inicio del periodo de secas. Celebrado durante el decimocuarto mes del calendario mexica, este rito tenía una profunda significancia religiosa y agrícola, vinculando la vida humana con los ciclos naturales y la devoción a los dioses.
Significado y Propósito
El festival de Xócotl Huetzi simbolizaba la renovación y el fin de un ciclo anual, celebrando la abundancia de la cosecha y preparándose para la llegada del periodo de secas. Este festival estaba dedicado a dos deidades principales: Xipe Tótec, el dios de la fertilidad y la renovación, y Huitzilopochtli, el dios del sol y la guerra.
Preparativos
Uno de los preparativos más destacados era la selección de un árbol alto y robusto, generalmente un ahuehuete, que representaba la conexión entre el cielo y la tierra. Este árbol se cortaba y se transportaba ceremonialmente al centro de la comunidad, donde se erigía como un poste sagrado.
La Ceremonia
La ceremonia comenzaba con rituales de purificación y ofrendas de alimentos, especialmente maíz y otros productos agrícolas. Los participantes adornaban el árbol con flores, frutas y otros objetos simbólicos. Luego, se realizaban danzas y cantos en honor a Xipe Tótec y Huitzilopochtli.
Uno de los momentos culminantes del festival era la competencia de guerreros jóvenes, quienes escalaban el árbol adornado para alcanzar los frutos y ofrendas colgadas en la cima. Esta actividad no solo simbolizaba la fuerza y la agilidad, sino también la lucha por la prosperidad y la abundancia.
La Caída del Árbol
El evento principal del festival era la caída del árbol, simbolizando el fin del ciclo anual y la muerte temporal de la fertilidad de la tierra. El árbol se derribaba ceremonialmente, y su caída marcaba el inicio de un periodo de preparación para la nueva siembra. Este acto representaba la necesidad de renovación y sacrificio para asegurar el equilibrio y la continuidad de la vida.
Sacrificios a Xiuhtecuhtli
Además de las celebraciones mencionadas, el festival de Xócotl Huetzi incluía sacrificios en honor al dios Xiuhtecuhtli, el dios del fuego y del tiempo. Según diversas fuentes, estos sacrificios involucraban cautivos y esclavos que eran pintados de amarillo y rojo, en el cuerpo y la cara respectivamente.
Los individuos destinados al sacrificio eran atados de pies y manos y adormecidos con polvos rociados en el rostro. Luego, eran arrojados a una enorme hoguera donde eran asados y sacados antes de morir, ya que la inmolación debía concluir con una ablación de corazón .
Descripciones de los Códices y Crónicas
Los Códices Ixtlilxóchitl y Magliabechiano, así como las crónicas de Cervantes de Salazar, proporcionan detalles adicionales sobre el festival. Estos documentos mencionan el levantamiento de un poste sagrado y el sacrificio humano, además del desollamiento parcial de una persona que fungía como remate sagrado en la cima del tronco, llevando tamales denominados “teusaxales” .
Los hombres que escalaban el madero para alcanzar estos tamales provocaban que el personaje sentado en la cúspide se desplomara. Posteriormente, este individuo era lanzado a una hoguera para ser asado. Su cabeza era recubierta con resina para proteger la piel y el cabello, y su carne era ingerida ritualmente. La piel desollada de su cabeza era utilizada por un sacerdote como máscara para realizar un baile frente a la escultura de Xiuhtecuhtli-Huehuetéotl .
Importancia Cultural
El Xócotl Huetzi era un evento de gran importancia para la cohesión social y espiritual de la comunidad mexica. Reafirmaba la conexión entre los seres humanos y la naturaleza, y destacaba la importancia de los ciclos agrícolas para la supervivencia y el bienestar colectivo. Además, a través de los ritos y sacrificios, los mexicas buscaban asegurar el favor de los dioses y la prosperidad futura.
Tecuhilhuitontli y Huey Tecuhílhuitl
La veintena de tecuhilhuitontli, conocida como la "fiesta pequeña de los señores", estaba dedicada, según algunas fuentes históricas, a Huixtocíhuatl, la diosa de la sal. Sahagún (2000, I: 211-212) relata que durante este mes se elegía a una mujer para representar a esta divinidad, quien era llevada a la cima del Templo Mayor y sacrificada en “lo alto del cu de Tláloc”.
Sin embargo, otros documentos antiguos indican que esta festividad también estaba dedicada a Macuilxóchitl-Xochipilli, una deidad especialmente venerada por la nobleza, asociada con las flores, la música, los juegos de azar y el desollamiento de personas (Códice Borbónico 1988: 27, Códice Ixtlilxóchitl 1996: 97r, Códice Magliabechiano 1983: 35r, Códice Tudela 1980: 29r, Costumbres, fiestas, enterramientos… 1945: 44). Según las descripciones de los informantes de Sahagún, “la imagen de este dios era como un hombre desnudo que está desollado o teñido de bermellón” (Sahagún 2000, I: 92).
Las referencias más claras sobre este evento se encuentran en “Costumbres, fiestas, enterramientos…” (1945: 44) y el Códice Tudela (1980: 17v). Estos documentos detallan cómo se elegía a un esclavo, proporcionado por un noble o mercader, para personificar a Macuilxóchitl-Xochipilli. El ixiptla, o representante de la deidad, era llevado en procesión sobre una litera adornada con hierbas aromáticas y flores, acompañado por el sonido de caracoles. En ocasiones, el ixiptla era llevado a un mercado, donde los sacerdotes recolectaban mercancías que se ofrendaban frente a él. Finalmente, el representante de Macuilxóchitl-Xochipilli era sacrificado y desollado, y su piel era utilizada por un sacerdote para realizar danzas rituales.
Algunos investigadores sugieren que la lámina 27 del Códice Borbónico (1988), aunque correspondiente a la fiesta de huey tecuhílhuitl, podría ilustrar el desollamiento y el uso de la piel del ixiptla de Macuilxóchitl-Xochipilli, tal como lo describen las fuentes (Olmedo Vera 2008: 21). No obstante, esta imagen ha generado interés debido a que el personaje retratado aparece con atributos característicos del dios Xipe Tótec.
Ochpaniztli: La Preparación de la Tierra
Ochpaniztli, que significa "el barrido de caminos", era otra veintena importante del calendario náhuatl que se celebraba en honor a Toci, la "Abuela de los Dioses". Esta festividad, que ocurría alrededor de septiembre, estaba estrechamente vinculada a la cosecha y la fertilidad de la tierra.
Durante Ochpaniztli, el desollamiento se realizaba como parte de un ritual que simbolizaba la preparación de la tierra para la nueva cosecha. Las víctimas, generalmente mujeres, eran desolladas, y sus pieles eran utilizadas en ceremonias que buscaban asegurar la fertilidad del suelo. A diferencia de Tlacaxipehualiztli, donde las pieles eran usadas como vestimenta, en Ochpaniztli las pieles desolladas eran enterradas en los campos agrícolas como ofrendas. Este acto de enterrar las pieles simbolizaba la incorporación de la energía vital de las víctimas en la tierra, con el propósito de revitalizar el suelo y asegurar buenas cosechas.
La práctica de desollar y enterrar las pieles en Ochpaniztli reflejaba la creencia de que la tierra necesitaba ser alimentada con energía vital para mantener su fertilidad. Este ritual era esencial para los mexicas, ya que la agricultura era la base de su subsistencia y la fertilidad de la tierra era crucial para su supervivencia.
Las festividades de Tlacaxipehualiztli y Ochpaniztli demuestran cómo el desollamiento humano estaba profundamente entrelazado con las creencias religiosas y la vida cotidiana de los mexicas. Estas ceremonias no solo eran actos de devoción y sacrificio, sino que también eran rituales simbólicos que aseguraban la renovación, la fertilidad y la continuidad del universo. A través de estos rituales, los mexicas expresaban su conexión con las fuerzas naturales y sus deidades, manteniendo el equilibrio y la prosperidad de su sociedad.
Tepeílhuitl: La Celebración de los Cerros
La décimo tercera veintena del calendario mexica, conocida como Tepeílhuitl o "fiesta de los cerros", era una festividad dedicada a los montes sagrados y a las deidades Tláloc y Chalchiuhtlicue. Este periodo se caracterizaba por rituales elaborados que incluían la creación de efigies de montañas prominentes de la región y ceremonias en honor a varias deidades, destacando especialmente Xochiquétzal.
Preparativos y Rituales
Según el cronista Bernardino de Sahagún (2000, I: 239), los preparativos para Tepeílhuitl comenzaban con la fabricación de figuras de madera en forma de niños o serpientes. Estas figuras se recubrían con una masa sagrada llamada tzoalli, hecha de maíz, amaranto y miel. Las efigies preparadas se llevaban a los altares en las casas, donde se les rendía culto con sahumerios y ofrendas. Estas imágenes también podían ser sacrificadas simbólicamente con un cuchillo de pedernal y consumidas como remedio para diversas enfermedades, según relata Diego Durán (2002, II: 278).
Xochiquétzal y los Sacrificios
Aunque Tepeílhuitl estaba principalmente relacionado con Tláloc y Chalchiuhtlicue, algunas fuentes históricas como el Códice Magliabechiano (1983: 40v) y el Códice Telleriano-Remensis (1995: 4r) indican que también se dedicaba al culto de Xochiquétzal. Esta diosa multifacética era patrona de las mujeres embarazadas, las flores, el amor, la guerra y el hilado, y estaba estrechamente vinculada con el desollamiento humano (Broda 1971: 308, González González 2011a: 219-220).
Las ceremonias en honor a Xochiquétzal comenzaban desde la veintena anterior, Teotleco, cuando las personas salían a los campos a disfrutar del aroma de las flores. No obstante, los rituales más significativos se realizaban en Tepeílhuitl, donde un grupo de artesanos, incluyendo pintores, costureras, bordadoras, plateros y escultores, ofrecían en sacrificio a una joven representante de la diosa. Este sacrificio tenía el propósito de mejorar las habilidades de dichos artífices, según los informantes de Sahagún (2000, I: 170).
El Ritual del Desollamiento
El sacrificio culminaba con el desollamiento del cuerpo de la víctima. La piel y los ornamentos de la diosa eran utilizados por un sacerdote, quien, recién ataviado, se situaba junto a las escalinatas del templo de Xochiquétzal. Allí, se le entregaba un telar con el cual simulaba tejer, simbolizando la conexión de la diosa con el arte del hilado y la artesanía (Durán 2002, II: 159-160).
Después del sacrificio, los artesanos que habían participado se disfrazaban de diversos animales y realizaban una danza ritual, cada uno llevando una herramienta asociada a su oficio. Este acto ceremonial reafirmaba la importancia de Xochiquétzal como protectora y benefactora de las artes y oficios.
Tepeílhuitl era una festividad compleja y rica en simbolismo, que integraba elementos de culto a la naturaleza y a las deidades, así como rituales de sacrificio destinados a fortalecer las habilidades de los artesanos y a honrar a Xochiquétzal. A través de estos rituales, los mexicas expresaban su profunda conexión con los ciclos naturales y su devoción a las deidades que regían su mundo.
El Desollamiento en Panquetzaliztli
Según la mayoría de las fuentes históricas del siglo XVI, Panquetzaliztli era una de las veintenas más importantes para los mexicas. Este periodo estaba dedicado principalmente a Huitzilopochtli, el dios de la guerra, a quien se ofrecían numerosos esclavos y cautivos mediante sacrificios que implicaban la extracción del corazón. Durante esta festividad, también se elaboraba una efigie de masa para representar al "Colibrí Zurdo", la cual se llevaba en procesión por varios lugares de Tenochtitlan hasta ser colocada en el Huey Teocalli (Durán 2002, II: 282-283; Sahagún 2000, I: 162-163).
Sin embargo, existen datos significativos que sugieren la práctica del desollamiento durante Panquetzaliztli. Graulich (1999: 216) es uno de los investigadores que apoya esta teoría, sugiriendo que esta fiesta ritual podría confundirse con Tlacaxipehualiztli. No obstante, es necesario revisar las referencias utilizadas por el académico para sustentar esta hipótesis.
Una de las principales fuentes empleadas por Graulich son los Primeros Memoriales de Sahagún. En ellos se describe que durante el mes de Panquetzaliztli "...era también cuando se hacía todo lo que se dijo arriba en la del 'desollamiento de hombres'" (Sahagún 1948: 312). De manera similar, el Códice Telleriano-Remensis (1995: 5r) narra un enfrentamiento entre guerreros mexicas y cautivos de guerra, interpretado por Graulich como un probable combate "gladiatorio"103.
La única fuente que menciona explícitamente el desollamiento en Panquetzaliztli es la Historia Eclesiástica Indiana de Mendieta. Sin embargo, sus descripciones son algo confusas, ya que los procesos litúrgicos que menciona son muy similares a los de Tlacaxipehualiztli:
En la dicha fiesta, y en otra alguna particular, acostumbraban desollar los tales sacrificados cerrado el cuero como quien desuella cabrones para odres, colgando las manos y pies del mismo cuero desollados, y algunos sacerdotes del templo los vestían sobre sus carnes, y por devoción o valentía los traían así veinte días, y andaban saltando y gritando por las calles con ellos: y algunas mujeres con sus niños, por devoción, se les llegaban y dábanles un pellizco en el ombligo del cuero del muerto (Mendieta 2002, I: 214-215).
La información proporcionada por Mendieta sobre el desollamiento en Panquetzaliztli puede cobrar mayor relevancia si se considera que algunas crónicas mencionan el consumo de carne de las víctimas sacrificadas durante esta fecha (Benavente 1979: 33; Costumbres, fiestas, enterramientos… 1945: 51-52; Sahagún 2000, I: 119). Esto sugiere que los cuerpos podrían haber sido desollados antes de su consumo ritual, aunque esta suposición no puede ser confirmada con certeza.
Izcalli: La Última Veintena y el Desollamiento Ritual
La veintena final del calendario náhuatl, conocida como Izcalli ("crecimiento"), también es notable por ser la última en la que se tiene registro del desollamiento humano. Las fuentes indican que cada año las ceremonias se centraban en Xiuhtecuhtli-Huehuetéotl, el dios del fuego, durante las cuales la población se reunía para cantar y beber. No obstante, el desollamiento no ocurría anualmente, sino cada cuatro años, un periodo que marcaba ciertos cambios en los rituales.
Ritos Anuales
En los años ordinarios, los informantes de Sahagún mencionan que los ritos incluían la creación de dos efigies del dios Xiuhtecuhtli-Huehuetéotl, hechas de ramas atadas, una decorada con una máscara de turquesa y la otra con una de concha. A mediados del mes, durante la noche, se apagaban todos los fuegos de la ciudad y se encendía uno nuevo frente a la escultura del dios. Los sacrificios en estos años se limitaban a ciertos animales que eran asados vivos en la hoguera recién encendida (Sahagún 2000, I: 260-263).
Ritos Cuatrienales
Cada cuatro años, coincidiendo con el año bisiesto, los rituales de Izcalli experimentaban modificaciones significativas. La más notable era la inclusión del sacrificio humano. Diversos esclavos e incluso el ixiptla del dios del fuego eran sacrificados mediante la extracción del corazón. Además, se llevaban a cabo danzas llamadas netecuhytotiliztli, encabezadas por el tlatoani y la nobleza. Un ritual destacado consistía en el estiramiento de niños y niñas para supuestamente hacerlos crecer, de ahí el nombre de esta veintena (Sahagún 2000, I: 263-266).
En particular, los datos más relevantes sobre los sacrificios y desollamientos en el año bisiesto provienen del poblado de Cuauhtitlan. Según registros de Motolinía (Benavente 1979: 34), Torquemada (1986, II: 286) y López de Gómara (1988: 318), esta comunidad realizaba dos rituales principales de sacrificio y desollamiento humano.
Primer Ritual: El Flechamiento
En el primer ritual, se llevaban a cabo sacrificios por flechamiento. Se erigían seis postes grandes, en los cuales se ataban cautivos de guerra. Luego, un gran número de guerreros armados con arcos y flechas rodeaban los postes y comenzaban a disparar a los cautivos. Si algún cautivo sobrevivía, era desatado y lanzado desde lo alto del poste para provocar fracturas. Finalmente, se extraían los corazones de las víctimas, se decapitaban sus cabezas y se entregaban a los sacerdotes, mientras que el resto de la carne era consumida por la nobleza (Torquemada 1986, II: 286-287).
Segundo Ritual: El Sacrificio de Mujeres
El segundo ritual implicaba el sacrificio de dos mujeres, quienes eran degolladas en la cima de un edificio en Cuauhtitlan. Después del sacrificio, los sacerdotes extirpaban la piel y los fémures de las víctimas. Estos restos no se utilizaban inmediatamente, sino al día siguiente, cuando los sacerdotes regresaban al templo para vestirse con las pieles (Benavente 1979: 34, López de Gómara 1988: 318).
Durante el descenso de los sacerdotes por las escalinatas del templo, los espectadores anunciaban con clamor la llegada de los dioses. Al llegar al final, acompañados del sonido de tambores, los sacerdotes portaban papeles plegados en las espaldas y una codorniz degollada en sus labios, un ave que era abundantemente sacrificada en esta veintena. Luego, los sacerdotes encabezaban una serie de bailes en formación circular, llevando las pieles femeninas hasta el final de la festividad (Torquemada 1986, II: 286; Benavente 1979: 34; López de Gómara 1988: 318).
Evidencia Arqueológica y Osteológica del Desollamiento Humano en la Cultura Mexica
El desollamiento humano en la cultura mexica no solo ha sido documentado en fuentes históricas y etnográficas, sino que también ha dejado una huella tangible en el registro arqueológico. Los restos óseos humanos recuperados en el recinto sagrado de Tenochtitlan proporcionan pruebas contundentes de esta práctica ritual, revelando tanto las técnicas utilizadas como la destreza de los sacerdotes encargados de llevarla a cabo.
Análisis Tafonómicos y Microscopía Electrónica de Barrido
El análisis tafonómico, que estudia los procesos de descomposición y fosilización de los restos biológicos, ha sido crucial para entender el desollamiento humano entre los mexicas. Los restos óseos encontrados en el Templo Mayor de Tenochtitlan presentan marcas de corte características que indican el uso de herramientas específicas para la extracción de la piel. La microscopía electrónica de barrido ha permitido a los investigadores observar con gran detalle estas marcas, identificando las técnicas empleadas por los desolladores.
Estos estudios han demostrado que los sacerdotes mexicas eran altamente especializados en el arte del desollamiento. Las incisiones encontradas en los huesos sugieren que el proceso se realizaba con gran precisión, asegurando que la piel se removiera intacta. Esta destreza era esencial, ya que las pieles desolladas se utilizaban en rituales importantes y debían estar en perfectas condiciones para cumplir su función simbólica y religiosa.
Técnicas y Herramientas Utilizadas
La evidencia arqueológica revela que el desollamiento no se limitaba a la simple extracción de la piel. En muchos casos, se realizaban incisiones específicas en el cuerpo para facilitar el proceso y para extraer otros elementos simbólicos, como el corazón. Estas prácticas reflejan la complejidad y la precisión con la que los mexicas realizaban sus rituales.
Los desolladores utilizaban herramientas de obsidiana, conocidas por su filo extremadamente agudo, para realizar cortes precisos. Las marcas de corte en los huesos indican que se seguía un procedimiento sistemático, comenzando por incisiones en áreas clave para separar la piel sin dañarla. Este nivel de habilidad y conocimiento técnico sugiere una formación rigurosa y una gran experiencia por parte de los sacerdotes encargados de estos rituales.
Importancia Ritual y Simbólica
La precisión y el cuidado en el proceso de desollamiento subrayan la importancia simbólica de la piel en los rituales mexicas. La piel humana, al ser removida intacta, se convertía en un objeto sagrado que representaba la unión entre lo divino y lo humano. Su uso en ceremonias era crucial para asegurar la renovación y la fertilidad, aspectos vitales para la cosmología y la agricultura mexica.
La extracción del corazón y otros órganos durante el desollamiento también tenía un profundo significado simbólico. Estos elementos se consideraban ofrendas a las deidades, y su extracción ritual reflejaba el sacrificio y la entrega total a los dioses. Los rituales de desollamiento eran, por tanto, actos complejos que combinaban la destreza técnica con la devoción religiosa.
La evidencia arqueológica y osteológica del desollamiento humano en la cultura mexica revela la sofisticación y la importancia de esta práctica ritual. A través del análisis de restos óseos y el uso de técnicas avanzadas como la microscopía electrónica de barrido, los investigadores han podido reconstruir las técnicas y herramientas utilizadas por los sacerdotes mexicas. Estos hallazgos no solo demuestran la habilidad y especialización de los desolladores, sino que también subrayan el profundo significado simbólico de la piel y otros elementos extraídos durante estos rituales. En conjunto, la evidencia arqueológica proporciona una visión detallada de cómo los mexicas integraban el desollamiento en su cosmología y prácticas religiosas, destacando su importancia en la renovación y fertilidad de la naturaleza.
Impacto de la Conquista Española en las Prácticas de Desollamiento Mexica
La llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI marcó un punto de inflexión en la historia de Mesoamérica, incluyendo un intento decidido de erradicar las prácticas rituales que formaban parte integral de la vida religiosa y cultural mexica. Entre estas prácticas, el desollamiento humano ocupaba un lugar destacado, tanto por su frecuencia como por su profundo significado simbólico. La imposición del cristianismo y la percepción europea de estas ceremonias como actos de barbarie llevaron a una represión intensa y sistemática de tales rituales.
La Represión de las Prácticas Rituales
Cuando Hernán Cortés y sus tropas llegaron a Tenochtitlan, quedaron profundamente impresionados y horrorizados por las prácticas religiosas mexicas, especialmente los sacrificios humanos y el desollamiento. Los relatos de los conquistadores y misioneros describen estas ceremonias en términos gráficos, destacando lo que percibían como brutalidad y barbarie.
Con la conquista de Tenochtitlan en 1521 y la subsecuente colonización, los españoles implementaron políticas para suprimir estas prácticas religiosas. La imposición del cristianismo fue una herramienta clave en este proceso. Los misioneros, especialmente los franciscanos y dominicos, se dedicaron a convertir a los indígenas al cristianismo, condenando y prohibiendo los sacrificios humanos y otras prácticas rituales consideradas paganas.
Se destruyeron templos y se construyeron iglesias en su lugar, y se instruyó a los indígenas en los principios del cristianismo. Las autoridades coloniales impusieron severos castigos a aquellos que continuaban practicando los antiguos rituales, y muchos líderes religiosos mexicas fueron perseguidos y ejecutados.
Persistencia de las Prácticas Rituales
A pesar de la represión sistemática, algunos aspectos del desollamiento y otras prácticas rituales continuaron siendo registrados en las fuentes históricas y arqueológicas. Este fenómeno se puede atribuir a varios factores:
- Resistencia Cultural: Los mexicas, al igual que otras culturas mesoamericanas, mostraron resistencia a la erradicación total de sus tradiciones. Aunque los rituales de desollamiento fueron oficialmente prohibidos, algunas comunidades continuaron practicándolos en secreto o adaptaron elementos de los rituales a nuevas formas aceptables para los conquistadores.
- Sincretismo Religioso: Con el tiempo, emergió una forma de sincretismo religioso, en la que se fusionaron elementos de la religión cristiana con las creencias y prácticas indígenas. Algunos símbolos y rituales mexicas se integraron en las celebraciones católicas, permitiendo que ciertos aspectos de las antiguas tradiciones sobrevivieran bajo una nueva apariencia.
- Documentación Histórica: Los cronistas españoles, a pesar de su intención de suprimir las prácticas mexicas, documentaron detalladamente muchos de estos rituales. Obras como la "Historia general de las cosas de Nueva España" de fray Bernardino de Sahagún y la "Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme" de fray Diego Durán proporcionan descripciones valiosas de las ceremonias de desollamiento y otros ritos.
- Evidencia Arqueológica: Las excavaciones arqueológicas en sitios como el Templo Mayor de Tenochtitlan han revelado restos óseos y otros artefactos que confirman la persistencia de prácticas rituales mexicas. Estas evidencias muestran que, aunque las ceremonias de desollamiento fueron prohibidas, su legado continuó en la cultura material y en la memoria colectiva de las comunidades indígenas.
La conquista española tuvo un impacto profundo y duradero en las prácticas religiosas mexicas, incluyendo la represión del desollamiento humano. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por erradicar estas ceremonias, algunos aspectos de las prácticas rituales mexicas sobrevivieron, dejando una huella indeleble en la cultura y la historia de Mesoamérica. La resistencia cultural, el sincretismo religioso y la documentación histórica han permitido que la comprensión de estos rituales perdure hasta nuestros días, ofreciendo una visión más completa de la riqueza y complejidad de la cosmovisión mexica.
Conclusión
El desollamiento humano entre los mexicas era mucho más que un acto de violencia; era una práctica ritual profundamente simbólica que jugaba un papel crucial en la cosmovisión religiosa de esta cultura. A través de esta práctica, los mexicas buscaban mantener el equilibrio del universo, asegurar la fertilidad de la tierra y honrar a sus deidades. Aunque a nuestros ojos modernos pueda parecer una práctica brutal, para los mexicas, el desollamiento humano era un acto sagrado y necesario para la continuidad de la vida y el orden cósmico.
La comprensión de estas prácticas nos permite apreciar la complejidad y la riqueza de las creencias religiosas mexicas, así como su profunda conexión con el mundo natural y espiritual. El estudio del desollamiento humano no solo nos ofrece una visión de las ceremonias y rituales de los mexicas, sino que también nos ayuda a entender cómo estas prácticas formaban parte de un sistema religioso y cultural integral que daba sentido a su mundo.
Fuentes:
- Desollamiento humano en el recinto sagrado de Tenochtitlan - Víctor Enrique Cortés Meléndez, INAH.
- Durán, D. (2002). Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme. Tomo II.
- Sahagún, B. (2000). Historia general de las cosas de Nueva España. Libro I.
- Codex Ixtlilxóchitl. (1996).Codex Magliabechiano. (1983).
- Cervantes de Salazar, F. (1985). Crónica de la Nueva España.Codex Magliabechiano. (1983).
- Codex Telleriano-Remensis. (1995).
- Broda, J. (1971). "Rituales Aztecas."
- González González, L. (2011a). "Diosas y Mujeres en la Religión Mexica."
- Graulich, M. (1999). Referencia específica sobre Panquetzaliztli y desollamiento.
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- Costumbres, fiestas, enterramientos… (1945). Referencia específica sobre consumo de carne en Panquetzaliztli.
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- Torquemada, J. (1986). Monarquía Indiana. Tomo II.
- López de Gómara, F. (1988). Historia General de las Indias.
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