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El Descubrimiento de las Ciudades Mayas en Yucatán: Un Acontecimiento que Transformó la Historia de México
- Primeros Avistamientos de las Ciudades Mayas: Juan Díaz y Tulum
- La Expedición de Stephens y Catherwood: El Inicio de la Exploración Maya
- La Segunda Expedición de Stephens y Catherwood: Auge de la Exploración Maya
- Teobert Maler: Pionero en la Preservación de las Ruinas Mayas
- Désiré Charnay y el Avance de la Fotografía Arqueológica Maya
- Alfred P. Maudslay: Pionero en la Arqueología Científica Maya
- Teobert Maler: Un Guardián de las Ruinas Mayas
- Un Visionario en la Conservación de Antigüedades en Su Lugar de Origen
- Legado de los Primeros Exploradores Mayas: Un Patrimonio Arqueológico Mundial
- Conoce mas de la cultura Maya
El Descubrimiento de las Ciudades Mayas en Yucatán: Un Acontecimiento que Transformó la Historia de México
El Impacto del Descubrimiento Maya en el Siglo XIX
El siglo XIX marcó un hito crucial para la arqueología y la historia de México con el descubrimiento de las antiguas ciudades mayas en Yucatán. Aunque hoy en día estos sitios son reconocidos como emblemas de la civilización maya, hace menos de dos siglos, estos impresionantes monumentos permanecían ocultos bajo la espesa selva, esperando ser descubiertos.
Primeros Avistamientos de las Ciudades Mayas: Juan Díaz y Tulum
La historia de estos descubrimientos podría haber comenzado mucho antes. En 1518, Juan Díaz, capellán y cronista de la segunda expedición de Juan de Grijalva, mencionó haber visto una ciudad "tan grande como Sevilla", que posiblemente era Tulum. Sin embargo, en aquella época, la prioridad era la búsqueda de oro y plata, y la documentación de tales hallazgos no recibió la atención necesaria. Así, aunque Díaz fue uno de los primeros europeos en presenciar las ciudades mayas, su observación pasó inadvertida y no generó el impacto que tendría el descubrimiento en el siglo XIX.
La Expedición de Stephens y Catherwood: El Inicio de la Exploración Maya
En 1839, John Lloyd Stephens, un abogado de Nueva Jersey con un creciente interés por la arqueología, y Frederick Catherwood, un arquitecto y pintor británico, emprendieron un viaje que cambiaría la percepción global sobre la civilización maya. A pesar de las dificultades de la época, como los conflictos civiles en áreas como Copán, Stephens y Catherwood se adentraron en la selva y descubrieron una losa de piedra tallada que reveló la existencia de una antigua ciudad maya.
Stephens, consciente del valor arqueológico del sitio, lo adquirió por 50 dólares y, junto con Catherwood, comenzó a limpiar y documentar la zona. Catherwood, con su habilidad artística, realizó detalladas ilustraciones de las estructuras mayas descubiertas, ofreciendo al mundo las primeras imágenes de estas ciudades olvidadas.
Los hallazgos de Stephens y Catherwood fueron publicados en dos libros: Incidents of Travel in Central America, Chiapas, and Yucatan (1841) y Incidents of Travel in Yucatan (1843). Estas obras no solo documentaron las ruinas mayas, sino que también despertaron un gran interés en la arqueología y la historia de Mesoamérica en Europa y América del Norte.
El trabajo de Stephens y Catherwood marcó el comienzo de una nueva era en la arqueología mesoamericana. Gracias a su esfuerzo, se estableció una base para estudios más profundos y rigurosos de la civilización maya. Sus libros y las ilustraciones de Catherwood siguen siendo referencias importantes para los estudiosos y entusiastas de la historia de Mesoamérica.
Además, la expedición de Stephens y Catherwood contribuyó a desmitificar las antiguas civilizaciones americanas, mostrando al mundo la complejidad y sofisticación de la cultura maya. Su legado perdura no solo en los campos de la arqueología y la historia, sino también en el ámbito cultural, inspirando una nueva apreciación por el patrimonio de Mesoamérica.
La Segunda Expedición de Stephens y Catherwood: Auge de la Exploración Maya
El éxito de su primer viaje llevó a Stephens y Catherwood a embarcarse en una segunda expedición en 1841, donde exploraron y documentaron más ciudades mayas, como Tulum, Mayapán, Aké y Chichén Itzá. Su obra, Incidentes de viajes en Centroamérica, Chiapas y Yucatán, publicada posteriormente, atrajo considerable atención internacional hacia la civilización maya.
Teobert Maler: Pionero en la Preservación de las Ruinas Mayas
El trabajo de Stephens y Catherwood inspiró a otros investigadores a explorar Yucatán, entre ellos Teobert Maler, un arquitecto austriaco-alemán que se estableció en México tras la caída del emperador Maximiliano I. Apasionado por la fotografía y la arqueología, Maler realizó sus propias expediciones para documentar las ruinas mayas. A diferencia de sus predecesores, Maler se opuso firmemente a la práctica de llevar artefactos a Europa o Estados Unidos, abogando por la permanencia de los hallazgos en su lugar de origen para su estudio y conservación.
Désiré Charnay y el Avance de la Fotografía Arqueológica Maya
Otro explorador clave fue el fotógrafo francés Désiré Charnay, quien, inspirado por los relatos de Stephens y Catherwood, realizó expediciones en los años 1850 y 1860. Charnay empleó una técnica fotográfica innovadora para capturar imágenes de las ruinas mayas, contribuyendo a despertar el interés académico y público en Europa y América. Su trabajo es considerado fundamental en el desarrollo de la fotografía arqueológica y en la consolidación del estudio científico de las civilizaciones prehispánicas.
Alfred P. Maudslay: Pionero en la Arqueología Científica Maya
A finales del siglo XIX, Alfred Percival Maudslay, un diplomático y arqueólogo británico, llevó la exploración maya a un nuevo nivel. Maudslay no solo documentó las ruinas a través de la fotografía, sino que también fue pionero en el uso del moldeado en yeso para crear réplicas precisas de inscripciones y esculturas mayas. Este enfoque permitió un estudio detallado de la iconografía y escritura maya, sentando las bases para la decodificación del sistema de glifos mayas que comenzaría en el siglo XX.
Teobert Maler: Un Guardián de las Ruinas Mayas
La labor de Stephens y Catherwood fue fundamental para atraer la atención de investigadores y arqueólogos hacia Yucatán, y entre ellos destacó Teobert Maler. Nacido en Austria en 1842, Maler, de origen alemán, también era arquitecto, pero su anhelo de explorar el mundo lo llevó a enlistarse en el ejército del emperador Maximiliano I de México. Tras la caída del imperio, en lugar de regresar a Europa, Maler optó por quedarse en México. Para facilitar la pronunciación de su nombre, adoptó el nombre de Teoberto. Motivado por su pasión por las antigüedades y la fotografía, emprendió una expedición para registrar las ruinas mayas. Al igual que Catherwood y Stephens, Maler se adentró en la selva, armado con un machete y acompañado por guías locales, pero además de papel y lápiz, llevó consigo una cámara fotográfica. Así, en 1892, pudo documentar el estado de El Castillo de Chichén Itzá y algunas tablillas que encontró en su camino. Maler también observó que muchos exploradores anteriores habían ignorado numerosas ruinas, documentando solo una fracción de la riqueza arqueológica de la región.
Un Visionario en la Conservación de Antigüedades en Su Lugar de Origen
A pesar de sus descubrimientos, había una preocupación que dominaba el pensamiento de Maler. En su época, era común trasladar los objetos valiosos descubiertos a Europa o Estados Unidos, una práctica que él rechazaba con firmeza. Para Maler, los artefactos debían conservarse en su lugar de origen, preservados y accesibles para su estudio en el contexto adecuado. Estas ideas, avanzadas para su tiempo, lo llevaron a escribir numerosas cartas al gobierno mexicano, abogando por la conservación in situ de estos tesoros arqueológicos. Esta postura contrastaba claramente con la política de muchos museos europeos, como el Museo Británico, en esos años.
Legado de los Primeros Exploradores Mayas: Un Patrimonio Arqueológico Mundial
Los esfuerzos de estos pioneros no solo dieron a conocer al mundo las impresionantes ciudades mayas, sino que también sentaron las bases para futuras investigaciones arqueológicas en la región. Gracias a ellos, hoy podemos admirar las estructuras de Chichén Itzá, Uxmal y muchas otras, reconociendo la grandeza de la civilización maya que una vez prosperó en las selvas de Yucatán.
El descubrimiento de las ciudades mayas en el siglo XIX transformó para siempre la historia de México y del mundo, revelando una civilización que, aunque olvidada por siglos, dejó un legado duradero en la historia de la humanidad. La fascinación por los misterios de los mayas sigue impulsando investigaciones arqueológicas hoy en día, enriqueciendo nuestro conocimiento sobre su sociedad, astronomía, arte y escritura.
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