El Misterioso Visitante de Cuextlán
En el año 1080, antes de la gran reunión de Mayahuel en el imperio huasteco de Cuextlán, un evento inusual sacudió la vida cotidiana de la ciudad. Bajo el reinado del sabio y poderoso rey Cuextécatl, un extranjero de aspecto noble y semblante cordial apareció en la ciudad. Su vestimenta era tan exótica que muchos lo confundieron con un noble Tolteca o Maya.
La Llegada del Forastero
La llegada del forastero provocó una oleada de curiosidad y rumores. Los lugareños, sorprendidos por su presencia, se preguntaban si sería un emisario de otro rey, un brujo, o un guerrero de una tribu enemiga. Para calmar los ánimos y evitar la proliferación de rumores, el rey Cuextécatl decidió tomar cartas en el asunto. Ordenó que el extraño hombre fuera capturado y obligado a trabajar como esclavo, realizando arduas tareas de sol a sol. Sorprendentemente, el forastero aceptó su destino sin resistencia, y su dominio del náhuatl aumentó aún más el desconcierto entre los aldeanos.
El Misterio de las Noches
A medida que pasaban los días, los habitantes de Cuextlán se fueron acostumbrando a la presencia del forastero, quien realizaba sus tareas con diligencia y sin quejarse. Sin embargo, pronto surgió un nuevo misterio. Un lugareño notó que el extranjero desaparecía cada noche, solo para regresar al amanecer. Alarmado, informó al rey Cuextécatl, quien de inmediato ordenó que lo espiaran para descubrir a dónde iba.
Seguimiento Nocturno
Los espías siguieron al forastero en la oscuridad, observando cómo se dirigía hacia Xicoatl. Para su asombro, vieron que el hombre se transformaba en un armadillo y se movía con una velocidad increíble, casi como si volara, eludiéndolos fácilmente. Decidido a resolver el enigma, el rey organizó relevos de espías, equipándolos con provisiones para varios días.
El Enigma de Tlaxapotla
Después de casi cuarenta noches de seguimiento, los espías llegaron a un lugar solitario llamado Tlaxapotla, a cuatro leguas de Xicoatl. Allí, bajo una luz celestial, el forastero había acumulado una gran cantidad de tierra en forma de cerro y levantaba enormes lápidas de piedra con facilidad, disponiéndolas en un círculo como si estuviera construyendo una pirámide o un palacio.
El forastero continuó con su labor nocturna hasta que, una madrugada, completó su construcción. Subió a la cima de la estructura, levantó sus manos al cielo en señal de agradecimiento y, transformándose nuevamente en armadillo, se elevó hacia la luz hasta desaparecer. Desde entonces, nadie volvió a verlo.
Tetl Ayotochtli: El Armadillo de Piedra
Este enigmático visitante fue identificado posteriormente como Tetl Ayotochtli, el "armadillo de piedra", una figura mítica asociada con el municipio de Castillo de Teayo. En los antiguos Lienzos de Tuxpan, unos mapas nativos encontrados en Tihuatlán, este lugar aparece con el glifo de Teayotlán. El nombre proviene del náhuatl tetl (piedra), ayotochtli (armadillo) y tlán (al pie de), significando "armadillo junto o al pie de las piedras".
Legado Cultural y Espiritual
La historia de Tetl Ayotochtli es un testimonio fascinante de la riqueza cultural y la profunda conexión espiritual de las culturas prehispánicas. Esta leyenda resalta cómo los pueblos antiguos veían el mundo con un sentido de asombro y reverencia, entrelazando lo natural y lo divino en sus mitos y creencias.
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